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La fiebre del oro: el reflejo de un mundo que ha perdido la fe en su dinero

Esta entrada es un resumen de un artículo de Financial Times.


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El oro ha vuelto a ser el termómetro del miedo. En apenas tres años, este metal —tan antiguo como la idea misma de riqueza— ha pasado de ser un activo olvidado a convertirse en la obsesión global de inversores, bancos centrales y pequeños ahorradores.


Su precio supera ya los 4.000 dólares por onza, lo que supone una revalorización de más del 50% solo en 2025, impulsada por una mezcla de miedo, desconfianza y la creciente sensación de que el dinero fiduciario ya no es una reserva de valor fiable.


De la deflación al pánico: Japón encabeza la fiebre dorada


En Tokio, la escena parece sacada de los años setenta. Tiendas de metales preciosos abarrotadas, colas desde primera hora y minoristas obligados a rechazar nuevos compradores por falta de stock. Los ciudadanos no buscan rentabilidad: buscan tangible.


Después de tres décadas de deflación, el país se ha acostumbrado a que los ahorros mantengan su poder adquisitivo. Pero con tres años seguidos de inflación por encima del 2% y un yen debilitado, el ahorrador japonés medio ha descubierto que “no hacer nada” ya no preserva el valor del dinero.


Este fenómeno, sin embargo, no se limita a Japón. En todo el mundo —de Estambul a Nueva York— el oro ha vuelto a ser sinónimo de refugio.



El regreso de los grandes compradores


El motor principal del rally no es el inversor minorista, sino los bancos centrales. Desde 2022, las compras institucionales han batido récords históricos. Los países emergentes, en especial China, India o Turquía, están aumentando sus reservas para reducir su dependencia del dólar.


Hoy, el oro representa un 24% de las reservas mundiales, frente al 10% de hace una década. En términos de valor, las tenencias globales de oro (excluyendo la Reserva Federal) ya igualan o incluso superan las posiciones extranjeras en bonos del Tesoro estadounidense.


El mensaje es claro: la fe en la deuda de EE. UU. está disminuyendo, y los bancos centrales buscan refugio en el único activo sin riesgo de contraparte.

 

 

El “debasement trade”: protegerse de la degradación del dinero


Esta tendencia se ha bautizado como el “debasement trade”: la compra de activos reales ante el temor de que las principales economías opten por devaluar sus monedas vía inflación y déficits eternos.


El epicentro de este relato vuelve a ser Washington. Donald Trump, en su segundo mandato, ha presionado a la Reserva Federal para reducir tipos y aliviar el coste de la deuda, algo que los mercados interpretan como un ataque directo a su independencia.


La respuesta ha sido inmediata: los inversores han buscado cobertura en el oro, percibiéndolo no solo como un refugio ante la inflación, sino como una protección frente a la erosión institucional.



El oro como fenómeno psicológico


La subida también tiene un componente emocional. En el último trimestre, los ETF respaldados por oro han captado más de 26.000 millones de dólares, impulsados por la psicología del FOMO (fear of missing out).


Muchos inversores admiten comprar por miedo a quedarse fuera del rally, más que por convicción en sus fundamentos. Es un patrón que se repite en todas las burbujas: la idea de que “esta vez es diferente”.


Y, sin embargo, los fundamentos existen. La producción minera es inelástica, la relación inversa con el dólar se ha mantenido y los tipos reales han dejado de ser un freno. Hay más demanda que metal disponible, y la narrativa de refugio se refuerza cada día.



Más que un activo: un síntoma


El oro no solo es una inversión: es un síntoma. Representa la pérdida de confianza en las instituciones, la incapacidad de los gobiernos para contener la deuda y la renuncia colectiva a la disciplina fiscal.


Cuando el oro sube con fuerza, no es solo porque el dinero pierda valor. Es porque el sistema en el que confiamos empieza a perder credibilidad.


Y aunque la fiebre actual tiene fundamentos reales, también contiene una advertencia: cuando demasiada gente busca refugio en el mismo lugar, el refugio deja de ser seguro.



Reflexión final


El oro es hoy el espejo de nuestro tiempo: un activo sin flujo de caja que, sin embargo, concentra la mayor parte de la confianza global.


Quizá no estemos ante una burbuja, sino ante una crisis de fe.

 

Mientras los lingotes vuelan de las vitrinas y los gobiernos acumulan reservas, la historia nos recuerda que el precio del oro siempre ha sido el reflejo de algo más profundo: la ansiedad colectiva de un mundo que teme haber gastado demasiado y ahorrado demasiado poco.





Descargo de responsabilidad

Carlos Santiso Pombo es Gestor de Fondos de Inversión Senior en Andbank WealthManagement SGIIC, entidad supervisada por CNMV donde gestiona diferentes vehículos de inversión y carteras discrecionales. Estos vehículos y carteras pueden estar invertidos en los subyacentes, instrumentos, activos o estrategias mencionados en esta publicación, pero no han tomado posiciones en valores mencionados en los cinco días hábiles bursátiles directamente anteriores ni posteriores a la fecha de publicación original, ni estos suponen más del 5% del patrimonio de ninguno.


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